martes, 29 de marzo de 2011

Busco un hombre que me sepa sacar la ropa

Ubican esas películas en las que los niveles de censura no les permiten mostrar verdaderas escenas de sexo, por lo que terminan filmando media hora de juego previo... bueno, pues esas películas son las principales culpables de la frustración de muchas mujeres, yo incluida. Esa cara de placer, esos gemidos, esos gestos, no son gracias al semental que está desnudo sobre ella, no son gracias a las deliciosas sábanas de seda egipcia que se entremezclan con su piernas, no son gracias a la música increíblemente provocadora que suena de trasfondo, por supuesto que todos estos elementos ayudan, pero, finalmente, si no tienes un semental tendrás a tu hombre, del tamaño que venga, si no tienes sábanas de seda, pues te conformas con los asientos trasero de un coche, si no tienes música... igual no la pensabas escuchar. Pero esa media hora de juego previo, esos benditos 30 minutos de caricias, besos, mordidas y provocaciones... esos son los culpables.

Y es que con los años, el juego previo pasó de ser un "esencial" en la cama a ser un lujo reservado para aniversarios y fiestas patrias. No estoy segura si con años me refiero a la evolución que ha ido viviendo el ser humano o a los años que uno va adquiriendo conforme pasa el tiempo, el caso es que es una costumbre que se está perdiendo y somos muchas que sufrimos por ello. No pretendo echarle la culpa a nuestros compañeros de cama, las mujeres también andan apuradas y cada vez encuentran menos tiempo para disfrutar de los pequeños (o grandes en el caso de algunas) placeres de la vida.

Es obvio que las relaciones sexuales tienen un fin muy claro y, en definitiva, es él que todos buscamos a la larga, pero últimamente siento que esto de las relaciones sexuales tienen más de sexuales que de relaciones. No, no pregono esperar a tener una relación estable para pretender tener unas buenas horas de diversión, pero si considero que darle unos minutos más al preludio no puede sino ser favorable para las dos partes... o las que sea que se encuentren en el campo de batalla.

¿Cuál es la propuesta entonces? 
¿Qué opinan si les digo que con solo desnudarse pueden quedar completamente satisfechos? Les propongo lo siguiente, vamos a ponernos un poco creativos, siéntense cómodos donde sea que estén, apoyen bien la espalda para relajar los músculos y, sobretodo, abran su imaginación.

Asumiendo que la mayoría de los que lean este artículo no tiene pareja, invito a todos a pensar en la próxima víctima que les gustaría devorar (ya sea su pareja, como un amigo, conocido o incluso un amor platónico de los todos sufrimos alguna vez). Dense unos segundos para pensar en esa persona y en ustedes, pues los detalles importan. Lleva zapatos con cordones o no; quizá un pantalón de mezclilla y una polera ceñida al cuerpo; una chaqueta liviana; el cabello suelto o recogido...

ESA... esa es la imagen que quería que tuvieran. Pues bueno, por cuestiones de argumento (tiempo, comodidad, privacidad y otros) asumamos que se encuentran en una habitación en la que saben que nadie los molestará por, al menos un buen par de horas (una vez dominada la técnica, verán que podrán adaptarse a cualquier plazo de tiempo que tengan). Lo único importante que tienen que saber sobre esa pieza son dos cosas, primero, que ésta tiene una cama y, segundo, que la puerta tiene seguro. Ustedes están adentro, con el nerviosismo que llega cuando sabes que vas a deshacer la cama y la ansiedad de saber que pronto estarás explotando de las ganas (no garantizo nunca un final feliz pues eso depende única y exclusivamente de los participantes). La persona que tienes al frente y que no te dejó de mirar la boca desde que entraron al cuarto se te acerca lentamente, tu das dos pasos al frente para demostrarle que están en la misma sintonía, te toma por el rostro con las dos manos y te comienza a besar, a lo que respondes inmediatamente moviendo los labios acorde a los suyos, entrelazando lenguas y aprovechando una eventual mordida de por medio. Se pega a ti y sientes su pecho pegarse al tuyo... esa fue la señal, se van directo a su lecho de amor.

Tienes dos opciones, la primera es muy simple, intuitivamente hacen una competencia para ver quien desviste más rápido al otro (o a sí mismo si son aún más veloces), dejan caer la ropa donde puedan, botan los zapatos al aire, esas provocadoras bragas y brasier jamás fueron notados y van directo a lo que vinieron. O... Escogen la segunda... Lentamente le quitas la chaqueta, tomando especial cuidado que tus dedos acaricien sus hombros mientras le besas el cuello, pasas tus manos por sus brazos, delineándolos hasta que la prenda cae al piso. Te aseguras que tus dedos rocen su piel mientras le quitas el pantalón, pegas su pelvis al tuyo al apretar sus nalgas hacia ti para poder deslizarlo suavemente por sus piernas... hasta los pies (admitamos, los zapatos desaparecieron el momento que tocaron la cama), tus dedos hacen el camino de regreso sin desprenderse de su piel hasta sentir la polera, pasas tus manos por debajo y las vas empujando hacia arriba, recorriendo cada centímetro, poniendo particular énfasis en el pecho, controlas cada segundo que la tela recorre su cuerpo, por los brazos, hasta llegar al suelo...

Bueno, esto no es un cuento erótico, así que dejó que el final de la historia lo completen ustedes,. Perfecto, están desnudos y no necesariamente c-o-m-p-l-e-t-a-m-e-n-t-e satisfechos, pero entienden lo que digo... Si comienzan la historia de esta forma es muy difícil no encontrar un final feliz... PARA AMBOS!

Así que esta es mi propuesta, dispongan de un par de minutos extra para sacarse la ropa, cada técnica diferente es una sensación nueva, y disfruten del resto que para eso están.

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